19 junio 2013

Ganadora del V Concurso de Narración

Hoy os presentamos la narración ganadora del V Concurso de Creación Literaria "Atrévete a Soñar" en la categoría de Segundo Ciclo de ESO. La autora es Carolina Bravo Florencio.

ATRÉVETE A SOÑAR: ¿REAL O NO? 
Te levantaste sin saber si fue real o sólo un sueño. Miraste a tu alrededor pero todo seguía igual, como si nada hubiese ocurrido. A tu izquierda seguían estando las fotografías, en frente estaba la puerta que crees que has cruzado y a tu derecha la ventana por donde viste el circo ambulante. Incluso continúa doblada la alfombra por donde tropezaste. Pero aquello no pudo ser real, ¿o sí?
   Te despertó un trueno, ahora que te habías dormido (pues no eres capaz de dormir cuando hay tormenta). Decidiste levantarte y ver lo que pasaba por tu ventana, pero tropezaste con la alfombra. Por suerte no te caíste. Por la ventana viste un circo ambulante, un mago te estaba invitando a bajar, no sabes por qué pero sales de tu casa. Al verle observas que le falta un ojo y todos los dientes de abajo, a pesar de que tiene tu misma edad, y en ese mismo momento te pregunta si querrías ver un truco de magia. Respondes que sí no muy segura. Entonces él saca una pequeña bolsa de su chaqueta, se la echa por encima y una nube hace que no le puedas ver. Poco a poco la nube va desapareciendo y vuelves a ver al hombre, pero ya no está tuerto y tiene todos los dientes perfectos con una amplia sonrisa, unos ojos verdes y con ropa muy brillante pero elegante. Después de que estés unos segundos sorprendida te pregunta: “Buenas noches, soy el mago Tomás, ¿quieres que tus sueños se hagan realidad?”. Luego estira su brazo y te ofrece la mano. Tú la aceptas levantando tu mano temblorosa y cogiendo la suya. Te lleva dentro de su circo, que era muy viejo y sólo tenía una silla, como si sólo te esperase a ti. Eso te asusta. Te sientas en ella y el mago Tomás saca un espejo y te dice: “Al atravesar este espejo te encontrarás en el mundo en el que siempre has querido estar, sólo tienes que atravesarlo”. Te levantas y observas el espejo, te hace un poco de gracia porque simplemente es un espejo, ni siquiera tiene fondo. Alzas la mano hacia el espejo pero no llegas a chocar con él. Tu mano ha desaparecido y, de repente, Tomás te dice “¡Invita la casa!”, y te empuja hacia dentro.

  “Alicia, levántate y baja a desayunar”, te dijo tu madre. Algo confusa te levantaste, cogiste tu bata y bajaste a desayunar. Tu hermano pequeño se había comido tus cereales, como siempre, pero ese día no tuviste ganas de pelear; además tu madre siempre le da la razón a tu hermano pequeño, Israel. Después de desayunar te levantaste y empezaste a estudiar, pero no conseguías concentrarte.
  Todo estaba borroso, no conseguiste ver nada hasta después de unos minutos, pero era mejor no ver nada. Todas tus pesadillas se habían convertido en una. Empezaste a gritar el nombre de Tomás, y él te contestó: “Para conseguir tu sueño (es decir, volar) deberás enfrentarte a tus peores pesadillas”. No entendías nada, sólo sabías decir: “¿Y cómo?”. Pero lo último que te dijo el mago Tomás fue que siguieras el camino. De repente un camino apareció delante de ti. Lo seguiste poco convencida y con miedo de lo que te podrías encontrar en él. Después de que hubieses caminado durante un rato, volviste a vivir aquella pesadilla que te interrumpe el sueño cada noche, de cómo tu padre murió delante de ti en un accidente de tráfico. Lo único que dijo el conductor fue que se había atascado el freno.
  Pasaron varias semanas y todavía creías que tu padre volvería. Y en ese momento, al atravesar el espejo lo estabas viviendo. Te sentiste como si te martillearan el corazón. Menos mal que escuchaste la voz de Tomás que te decía que siguieras adelante, si no quizás no hubieses salido de allí nunca. Cogiste aire y seguiste el camino, poco a poco los gritos de tu padre fueron desapareciendo.
  “Alicia, juega conmigo”, te dijo Israel, que muchas veces se ponía muy pesado porque a ti no te apetecía jugar. Te tranquilizaste y le dijiste que no podías porque estabas estudiando, se puso un poco pesado pero tu madre por una vez te dio la razón porque, como dice ella, los estudios son lo primero. Muchas veces te habías salido con la tuya gracias a eso pero no era un buen momento para reírte de él.
  Después de que ya no escuchases ni un grito más de tu padre seguiste el camino. Sólo pensabas en salir ya de aquella pesadilla. Luego pensaste que si ya te habías enfrentado a tu peor pesadilla no había nada más que temer: conseguirías volar. Te sentiste tan feliz que corriste por el camino para poder llegar cuanto antes al final. A ninguna otra pesadilla le hiciste caso. Cuando llegaste al final viste las alas en lo alto de una pequeña pirámide. Corriste hacia ellas, las tocaste, pero fue ahí donde despertaste.
  Te convenciste de que todo había sido un sueño. Por fin pudiste estudiar tranquila. Al acabar te pidió tu madre que le hicieras un recado. A pesar de negarte tuviste que ir, y con Israel. Saliste de tu casa con Israel. Por lo menos él estaba contento de salir, tú no y menos con él. Estabas algo distraída por lo de la noche pasada y antes de que te dieses cuenta Israel salió corriendo por la carretera. Tú le seguiste sin mirar y por eso te atropellaron.
  Tú, siendo tu alma, viste tu cuerpo ensangrentado. También viste al conductor, a tu hermano llorando y cómo le decía el conductor "lo siento, se había atascado el freno”. Las mismas palabras que te dijeron cuando murió tu padre. Sentiste tristeza por tu hermano, pero ese sentimiento cambió a odio cuando escuchaste la voz del mago Tomás diciéndote: “¡Enhorabuena!”. Como si tu sueño fuese ese. Más le valía volverte a la vida porque si no el siguiente iba a ser él. Te das la vuelta con dificultad, hay algo que te molesta en la espalda. Entonces comprendes el porqué de su alegría, le miras a sus ojos verdes y lo único que le dices es: “Tengo alas”.

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